Y el verdadero problema no es cómo te alimentas sino el desconocimiento porque nadie te ha enseñado cómo generas energía y estructura o por qué hay alimentos y hábitos que tu biología reconoce y otros que la desordenan, por qué algo le funciona a una mujer y sin embargo no a otra y es que el problema no es “qué comer” sino conocer cómo funciona este cuerpo precioso que habitas.

Cuando entiendes cómo un cuerpo humano se nutre (de los alimentos, sí, pero también de la luz, del descanso, del electromagnetismo de la Tierra, de los minerales del mar y su estructura vital) todo cambia, ya no dudas, puedes escucharte, regularte y darte lo que necesitas sin necesidad de mirar qué dicen ahí afuera.

A esto le llamo ser soberana de tu nutrición y de tu intuición, regresar a los hábitos de los que nunca debimos salir y reconectar con la sabiduría de nuestro linaje femenino.